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Entrevista: Francesco Quaranta de Hitachi sobre el futuro de la construcción
13 June 2025
Mientras la construcción enfrenta la presión de descarbonizarse, digitalizarse y hacer más con menos, el presidente de Hitachi establece una visión en la que las máquinas inteligentes y la experiencia humana evolucionan juntas.

El sector global de la construcción se encuentra en un punto de inflexión. Con un creciente interés por la descarbonización, la digitalización y la seguridad, los fabricantes de maquinaria se enfrentan al reto de innovar más rápido que nunca.
En el centro de esta transformación se encuentra Francesco Quaranta, presidente de Hitachi Construction Machinery (Europe) NV (HCME), quien aporta una perspectiva pragmática y a la vez visionaria. A medida que la disrupción digital se acelera en el sector de la construcción, Quaranta cree que el ritmo de adopción de tecnología definirá la competitividad futura.
Basándose en la experiencia de sectores con mayor madurez digital, argumenta que adoptar sistemas inteligentes ya no es opcional, sino esencial. Para los fabricantes, esto implica replantear el diseño, el funcionamiento y el soporte de las máquinas sobre el terreno, especialmente a medida que se intensifican los retos laborales y la complejidad de los proyectos.
Al preguntarle en qué aspecto de la construcción cree que la tecnología puede influir más a corto plazo, Quaranta afirma: «Veo margen para facilitar la vida a los clientes, simplificando operaciones complejas. Hoy en día, dependemos de las habilidades de los operadores, pero no creo que eso sea posible en el futuro. Por lo tanto, tendremos que desarrollar herramientas de IA, herramientas de guía o programas preconfigurados para que los operadores cualificados sean redundantes, de modo que un operador promedio pueda operar nuestras máquinas».
Esto refleja una tendencia más amplia en la fabricación de equipos de construcción: construir máquinas que no solo sean robustas, sino también intuitivas. Ante la escasez de mano de obra cualificada, un problema clave en los mercados globales de la construcción, las soluciones que permiten a los operarios con menos experiencia realizar un trabajo consistente y de alta calidad están cobrando impulso. Fabricantes de equipos originales (OEM) como Hitachi están invirtiendo en sistemas de guiado inteligente que no solo automatizan, sino que también amplían la capacidad humana.
La evolución del guiado de máquinas
“En cuanto al guiado automático, soy muy optimista sobre la posibilidad de que las máquinas conectadas puedan guiarse a sí mismas”, dice Quaranta. “Cuando pasemos del 2D al 3D, creo que será solo el comienzo. Hoy en día se habla de ello, pero es como cuando empezamos a tener una cámara trasera en los coches para dar marcha atrás: en aquel entonces era como decir: 'Vale, claro, ya lo tengo', pero hoy es un gran avance. Creo que estamos en esa misma etapa inicial”.
Si bien la transición de lo analógico a lo digital puede ser gradual, Quaranta desea señalar que la automatización en la construcción ya no es especulativa: ya está aquí.
Ya contamos con máquinas autónomas: no solo equipos eléctricos que funcionan en exteriores, sino también equipos tangibles y operativos. No es solo una idea, es una realidad. Esa tecnología ya existe, no solo con nosotros, sino con todos los demás», señala.
Sin embargo, Quaranta tiene claro los límites de la autonomía.
La autonomía no es el Santo Grial. No es una panacea. Funciona cuando tienes tareas repetitivas, controladas y aburridas que casi puedes externalizar. Como cuando vas por la autopista: pulsas el botón y el coche se conduce solo porque es seguro. No usarías tu coche autónomo a 48 km/h en el centro de una ciudad, porque no puedes predecir lo que viene.

Argumenta que las tecnologías de construcción autónoma son más adecuadas para entornos controlados como la minería, donde se pueden minimizar las variables y regular estrictamente la seguridad. En cambio, la construcción civil presenta un panorama mucho más complejo.
Entonces, donde el entorno se asemeja más a una autopista, la autonomía puede ser una solución. De lo contrario, se necesitan tanto la visión digital como la física de los operadores que puedan controlar el entorno. Especialmente en la construcción en general. En la minería, es más fácil, porque es un entorno cerrado. Para mayor seguridad, se pueden industrializar las operaciones. Es más fácil, explica Quaranta.
Aquí es donde la colaboración entre humanos y máquinas cobra protagonismo. Si bien las máquinas son cada vez más capaces de guiar, supervisar e incluso autocorregirse, el criterio humano sigue desempeñando un papel indispensable, especialmente en entornos impredecibles o de alto riesgo.
“Pero en la construcción, veo un gran potencial para las cámaras integradas con las cajas de control inteligentes que los proveedores podrán proporcionar”, afirma Quaranta. “Habrá muchos asistentes digitales disponibles para los clientes. Por ejemplo, en situaciones donde se trate de tuberías o donde exista el riesgo de cortar las tuberías de agua”.
Imagina un futuro donde las obras de construcción sean inherentemente más seguras, pasando de la dependencia de la vigilancia humana a una inteligencia artificial proactiva que anticipe y prevenga los peligros antes de que ocurran. «Cada sector se beneficiará de forma diferente; lo importante es que la tecnología se convierta en nuestro aliado en seguridad, no solo en nuestra herramienta».
Empoderar a los trabajadores
Esta ambición se enmarca en una filosofía más amplia de empoderamiento, no de reemplazo. Para Quaranta, el papel de la tecnología no es desplazar a los trabajadores, sino hacerlos exponencialmente más productivos.
“Veo un aumento en la productividad humana”, dice. “Les daré un ejemplo. Llevo un año en esta industria, proveniente de la agricultura, un sector donde la tecnología ya está muy avanzada. Alguien me comentó que, en las primeras etapas de la adopción de tecnología [en la agricultura], cuando la gente aún recogía algodón a mano, decían: 'Los tractores generarán mucho desempleo'. Bueno, en realidad, esos tractores nos permitieron producir más alimentos —alimentos que de otro modo nunca habríamos podido cultivar— y alimentar a personas que no habríamos podido alimentar sin ellos”.
La tecnología, dice, es un multiplicador, no un restador.
No creo que los seres humanos sean reemplazables. Soy alguien que usa mucho la IA, pero la uso de forma inteligente. No la uso por pereza ni por querer que lo haga todo por mí. La utilizo como estructura, como fuente de información, como material valioso, pero aun así aplico mi propia mente, criterio y experiencia.
Y si bien el aprendizaje automático puede imitar el procesamiento de datos a la velocidad del rayo, carece del matiz de la empatía humana, un componente fundamental en el servicio al cliente y, por extensión, en todas las partes de la cadena de suministro de la construcción que interactúan con los clientes.
“La IA nunca tendrá empatía. Nunca tendrá el toque humano”, dice Quaranta. “Hoy en día, si eres cliente y llamas a una línea de soporte y te responde un bot, probablemente cuelgues porque odias esa experiencia. Pero si llamas y te responde una persona real, alguien que lee la información de quizás un asistente de IA, esa persona puede entender qué está pasando. La IA puede sugerir algo, pero es la persona quien puede interpretar la situación, el tono de voz, si el cliente está molesto o tranquilo, si hay margen para calmar la situación o si es crítica”.
Una visión clara para el futuro de la industria
El enfoque de Quaranta refleja la visión más amplia de Hitachi: una que prioriza el valor del cliente, la dignidad humana y la innovación práctica. Para una industria que se enfrenta al envejecimiento de la fuerza laboral, la escasez de profesionales cualificados y las crecientes presiones en materia de seguridad y sostenibilidad, esta claridad no solo es bienvenida, sino esencial.
Al concluir la entrevista, Quaranta vuelve a la idea de posibilidad: el enorme potencial, en gran medida sin explotar, que tiene la construcción para avanzar mediante el uso estratégico de la tecnología.
Con un liderazgo basado en la experiencia y la ambición atenuada por el realismo, el presidente de HCME está haciendo una apuesta audaz por un futuro donde las máquinas hagan más, los humanos se empoderen, no sean reemplazados, y la industria en su conjunto se vuelva más inteligente, más segura y más sustentable.
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